Articulos de España |
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Al idiota de Zapatero |
Lo he comentado muchas veces,
cuando a un presidente
de gobierno alguien le dice
que es un idiota, esa persona tiene un problema,
pero cuando millones de personas lo dicen, el problema
lo tiene el idiota.
En este artículo, Perez
Reverte se despide de nuestro idiota particular colocándolo
en su sitio.
Un día dije que a Zapatero lo
iban a poner los libros de historia junto a Fernando
VII como el peor presidente de nuestro país.
Me equivoqué, no hay que esperar a la historia,
en pleno mandato ya tiene su puesto de imbécil ganado sin esfuerzo.
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Evidentemente sobra decir, a cualquier persona
que me siga y me conozca, que no estoy de acuerdo
en todo con Reverte. Él sigue manteniendo
la fantasía de ser de izquierdas y yo, hace
tiempo me quité ese complejo.
Igual que yo
me encabroné con el PP cuando descubrí que
prohíbe estudiar en español allí donde
gobierna: Valencia, Galicia y Baleares, supongo que
Reverte pondrá fin a su fantasía socialista
el día que los socialistas socialicen las
embarcaciones de recreo. Porque estos hijos de puta
se saben donde empiezan con las prohibiciones pero
no se sabe cuando acaban, y si les dejan, un día
acabarán hasta con España. ¡Si
no han acabado ya! - JV
Santacreu. |
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Sobre imbéciles y malvados - Arturo
Pérez-Reverte
No quiero, señor presidente, que se quite de en medio
sin dedicarle un recuerdo con marca de la casa. En esta España desmemoriada e infeliz estamos acostumbrados a que la gente se
vaya de rositas después del estropicio. No es su caso,
pues llevan tiempo diciéndole de todo menos guapo. Hasta
sus más conspicuos sicarios a sueldo o por la cara, esos
golfos oportunistas -gentuza vomitada por la política
que ejerce ahora de tertuliana
o periodista sin haberse duchado-
que babeaban haciéndole succiones entusiastas, dicen si
te he visto no me acuerdo mientras acuden, como suelen, en auxilio
del vencedor, sea quien sea.
Esto de hoy también toca
esa tecla, aunque ningún lector habitual lo tomará por
lanzada a moro muerto. Si me permite cierta chulería retrospectiva,
señor presidente, lo mío es de mucho antes. Ya
le llamé imbécil en esta misma página el
23 de diciembre de 2007, en un artículo que terminaba: «Más
miedo me da un imbécil que un malvado». Pero tampoco
hacía falta ser profeta, oiga. Bastaba con observarle
la sonrisa, sabiendo que, con dedicación y ejercicio,
un imbécil puede convertirse en el peor de los malvados.
Precisamente por imbécil.
Agradezco muchos de sus esfuerzos. Casi todas las intenciones
y algunos logros me hicieron creer que algo sacaríamos
en limpio. Pienso en la ampliación de los derechos sociales,
el freno a la mafia conservadora y trincona en materia de educación
escolar, los esfuerzos por dignificar el papel social de la mujer
y su defensa frente a la violencia machista, la reivindicación
de los derechos de los homosexuales o el reconocimiento de la
memoria debida a las víctimas de la Guerra Civil. Incluso
su campaña para acabar con el terrorismo vasco, señor
presidente, merece más elogios de los que dejan oír
las protestas de la derecha radical. El problema es que buena
parte del trabajo a realizar, que por lo delicado habría
correspondido a personas de talla intelectual y solvencia política,
lo puso usted, con la ligereza formal que caracterizó sus
siete años de gobierno, en manos de una pandilla de irresponsables
de ambos sexos: demagogos cantamañanas y frívolas
tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás.
Eso, cuando no en sinvergüenzas que, pese a que su competencia
los hacía conscientes de lo real y lo justo, secundaron,
sumisos, auténticos disparates. Y así, rodeado
de esa corte de esbirros, cobardes y analfabetos, vivió usted
su Disneylandia durante dos legislaturas en las que corrompió muchas
causas nobles, hizo imposibles otras, y con la soberbia del rey
desnudo llegó a creer que la mayor parte de los
españoles -y españolas, que añadirían sus Bibianas
y sus Leires- somos tan gilipollas como usted. Lo que no le recrimino
del todo; pues en las últimas elecciones, con toda España
sabiendo lo que ocurría y lo que iba a ocurrir, usted
fue reelegido presidente. Por la mitad, supongo, de cada diez
de los que hoy hacen cola en las oficinas del paro.
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Al idiota de Zapatero -Perez
Reverte |
Pero no sólo eso, señor presidente.
El paso de imbécil a malvado lo dio usted
en otros aspectos que en su partido conocen de sobra,
aunque hasta hace poco silbaran mirando a otro lado.
Sin el menor respeto por la verdad ni la lealtad,
usted mintió y traicionó a todos. Empecinado
en sus errores, terco en ignorar la realidad, trituró a
los críticos y a los sensatos, destrozando
un partido imprescindible para España. Y ahora,
cuando se va usted a hacer puñetas, deja un
Estado desmantelado, indigente, y tal vez en manos
de la derecha conservadora para un par de legislaturas.
Con monseñor Rouco y la España negra
de mantilla, peineta y agua bendita, que tanto nos
había costado meter a empujones en el convento,
retirando las bolitas de naftalina, radiante, mientras
se frota las manos.
Ojalá la peña se lo recuerde durante
el resto de su vida, si tiene los santos huevos de
entrar en un bar a tomar ese café que, estoy
seguro, sigue sin tener ni puta idea de lo que vale.
Usted, señor presidente, ha convertido la
mentira en deber patriótico, comprado a los
sindicatos, sobornado con claudicaciones infames
al nacionalismo más desvergonzado, envilecido la
Justicia, penalizado como delito el uso correcto
de la lengua
española, envenenado la convivencia
al utilizar, a falta de ideología propia,
viejos rencores históricos como factor de
coherencia interna y propaganda pública. Ha
sido un gobernante patético, de asombrosa
indigencia cultural, incompetente, traidor y embustero
hasta el último minuto; pues hasta en lo de
irse o no irse mintió también, como
en todo. Ha sido el payaso de Europa y la vergüenza
del telediario, haciéndonos sonrojar cada
vez que aparecía junto a Sarkozy, Merkel y
hasta Berlusconi, que ya es el colmo. Con intérprete
de por medio, naturalmente. Ni inglés ha sido
capaz de aprender, maldita sea su estampa, en estos
siete años.
Abandonamos las redes como Twitter porque manipula la realidad política al servicio de los zurdosos y vende tus datos privados. Sigue nuestro ejemplo.
Yo se que no puedo cambiar
nada de España pero si con este articulo
consigo que pienses, habré logrado mi meta
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